Però la frontera, veure la bandera equatoriana mentre avançàvem amb la llanxa, ens va alegrar i ens va fer cridar.
I la rebuda va ser ben bona. Els d’immigració ens van donar el màxim temps de permís d’estada sense ni demanar-ho, la Doña Imelda de l’hostal ens va rebre amb un petó i una abraçada i ens tenia preparades les habitacions fins i tot amb un bombó sobre el coixí! Petits detalls que en certs moments valorem molt.Equador sembla més evolucionat que el Perú. La gent es veu més oberta i més formada que els de l’Amazones peruà, les construccions es veuen més consistents i més arreglades. Al poblet fronterer de Nuevo Rocafuerte s’hi sent una tranquil.litat i pau que ara feia dies que no podia experimentar, amb tota la tensió del vaixell, d’estar constantment a l’aguait.
Però tampoc m’hi estic gaire en la frontera. L’endarreriment del vaixell d’Iquitos fa que vulgui anar una mica més ràpid i amb ganes ja d’arribar a les muntanyes. Abans però hem de passar per Coca. Els argentins es queden, volen gaudir de la selva, i les angleses i jo agafem ben d’hora pel matí la llanxa cap a la ciutat. Hi anem amb na Imelda que és professora i hi ha d’anar a fer uns tràmits.
Dotze hores de trajecte que donen per llegir, mirar el paisatge amazònic per darrer cop, compartir anècdotes i riures amb les divertides Holly i Kelly, alguna capcinada i ja quasi quan el sol es ponia veure les xemeneies cremant gas prop de Coca, en tant que ciutat petrolera.El petroli del riu Napo és el motor que mou aquesta ciutat i gran part de la industria i gent hi està dedicada, però a Coca s’hi respira un ambient ben tranquil i acollidor. No em va ser difícil sentir-me còmode passejant per les seves botigues, tot fent una estimació de quan em costaria recuperar el meu Media Center (Ordinador + càmera).
Les noies tenien ganes de festa després de tants dies de riu i vam acabar en un karaoke, donant-ho tot i cridant l’atenció d’una cambrera que semblava ben interessada per les meves companyes. Tot plegat molt divertit. Una gran nit després de tants dies amazònics que acabarien per a mi l’endemà anant juntament amb na Imelda cap a Quito i amb elles continuant cap a la selva de Puyo.
Adéu Amazones. T’he assaborit tant com he pogut, centre, est i oest, però ara ja en tinc prou. Ara necessito muntanya, necessito Andes, necessito frescor. Fins a sempre Amazones!!!
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Pocas veces cruzar una frontera nos había hecho tanta ilusión. Estábamos todos con ganas de abandonar el Perú. Todos hemos tenido malas experiencias y el último día no tenía que ser una excepción. Conflictos con el capitán del Cabo Pantoja unos, con el personal de inmigración otros, con vendedores, lancheros y yo con la policía local. Nada, si no nos quieren nos vamos y encantados, pero incluso marchar fue complicado y caro.
Pero la frontera, ver la bandera ecuatoriana mientras avanzábamos con la lancha, nos alegró y nos hizo gritar.
Y el recibimiento fue muy bueno. Los de inmigración nos dieron el máximo tiempo de permiso de estancia sin ni siquiera pedirlo, Doña Imelda del hostal nos recibió con un beso y un abrazo y nos tenía preparadas las habitaciones incluso con un bombón sobre la almohada! Pequeños detalles que en ciertos momentos valoramos mucho.Ecuador parece más evolucionado que el Perú. La gente se ve más abierta y más formada que los del Amazonas peruano, las construcciones se ven más consistentes y más arregladas. En el pueblecito fronterizo de Nuevo Rocafuerte se siente una tranquilidad y paz que ahora hacía días que no podía experimentar, con toda la tensión del barco, de estar constantemente alerta.
Pero tampoco me quedo mucho en la frontera. El retraso del barco de Iquitos hace que quiera ir algo más rápido y con ganas ya de llegar a las montañas. Antes pero tenemos que pasar por Coca. Los argentinos se quedan, quieren disfrutar de la selva, y las inglesas y yo tomamos bien temprano por la mañana la lancha hacia la ciudad. Vamos con Doña Imelda que es profesora y debe ir para hacer unos trámites. Doce horas de trayecto que dan para leer, mirar el paisaje amazónico por última vez, compartir anécdotas y risas con las divertidas Holly y Kelly, alguna cabezadita y ya casi cuando el sol se ponía ver las chimeneas quemando gas cerca de Coca, en tanto que ciudad petrolera.
El petróleo del río Napo es el motor que mueve esta ciudad y gran parte de la industria y gente está dedicada a ello, pero en Coca se respira un ambiente muy tranquilo y acogedor. No me fue difícil sentirme cómodo paseando por sus tiendas, haciendo una estimación de cuando me costaría recuperar mi Media Center (Ordenador + cámara).
Las chicas tenían ganas de fiesta después de tantos días de río y acabamos en un karaoke, dándolo todo y llamando la atención de una camarera que parecía muy interesada por mis compañeras. Todo ello muy divertido. Una gran noche después de tantos días amazónicos que acabarían para mí el día siguiente yendo junto con Doña Imelda hacia Quito y con ellas continuando hacia la selva de Puyo.
Adiós Amazonas. Te he saboreado tanto cómo he podido, centro, este y oeste, pero ahora ya tengo suficiente. Ahora necesito montaña, necesito Andes, necesito frescura. Hasta siempre Amazonas!!!
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